Caja Norma Europa 1ERT
Historia
La caja Norma Europa 1ERT es el fruto de la casualidad, de un viaje en coche, y de la unión de dos empresas que se conocían desde hace mucho tiempo.
El 19 de Mayo de 2021 entró en mi bandeja de correo un mail de un compañero. El asunto: “VENTA DE EMBALAJES OBSOLETOS”. Deciros que en mi empresa somos muy fans de lo usado. La empresa que nos los ofrecía me resultó muy familiar. Fueron de mis primeros clientes y conocía bien a la empresa. La partida de cajas usadas era grande y estaba en una localización próxima, con lo que decidí ir a verlas.
Mientras saltábamos de almacén en almacén para ver las cajas, en el coche, surgió la conversación y mi anfitriona, responsable de compras de la empresa, me habló de un molde que tenían de cajas Norma Europa. Me extrañó ya que no eran fabricantes de ese tipo de producto, y me comentó que lo hablaría con su compañero del departamento de ventas.
Nuestra empresa tiene mucha experiencia vendiendo cajas Norma Europa y llevamos años queriendo dar el salto a la fabricación de cajas, pero el precio de los moldes se escapaba de nuestro presupuesto.
Días más tarde empezamos las conversaciones, nos enseñaron los planos de los moldes y el producto que podrían fabricar. Después tuvimos que buscar el plástico reciclado adecuado, empresas que nos inyectaran el plástico, cálculos de costes, pruebas de inyección y un largo etcétera.
El 17 de diciembre de 2021 vimos nacer, de las entrañas de una enorme máquina de inyección, nuestra primera caja Norma Europa. Aunque nuestras primeras cajas no eran precisamente las más bonitas del lugar, poco a poco, y después de varios ciclos de aquella enorme maquina, empezaron a salir cajas perfectas. Nos dijeron que eso era normal, que hasta que se ajustaba la maquina salían así.
Nuestras primeras cajas se estaban fabricando para nosotros con nuestro plástico y con nuestra marca 1ERT.
Salimos un compañero y yo, con tres cajas en las manos, y a las pocas horas ya estaban fotografiadas, creadas sus fichas y listas para la venta.
Parece tonto, pero estaba muy ilusionado, y decidí llevarme una caja a casa, para enseñarla a mi familia. La caja que me llevé a casa fue la misma que fotografié y a la que puse las ruedas de arrastre. Aquello le gustó a mi hijo Ángel, de 7 años, que decidió que aquella caja era un vagón de tren y que yo sería su motor. La pobre caja tubo un test de calidad algo atípico. Logró resistir toda una tarde con un niño dentro, saltando y jugando.
Ahora ya conocéis la historia del cómo se hizo. El resto depende de vosotros.